Ficha
técnica:
Título: La Madre Naturaleza.
Autora: Emilia Pardo Bazán.
Editorial: Clásicos Castalia.
Género: Clásico; Romance.
Situada en la Galicia del siglo XIX, esta novela narra las andanzas de
Perucho y Manuela en el verano en que su amistad comienza a dar paso a otro
tipo de sentimientos. Criados juntos desde niños y al amparo de la naturaleza
como su madre, su amistad se presenta como la sólida roca en que ambos se han
apoyado ante las habladurías y las dificultades en su vida. Sin embargo, la llegada
de Gabriel, el tío de la joven, podría separarles para siempre. ¿Qué secretos
ocultos durante años en los Pazos desenterrará la interacción de estos tres
personajes?
Ambientada quince años después, la historia funciona como una secuela directa a Los Pazos de Ulloa,
una de las novelas previas de la autora. Si bien ella misma explicó que esta
entrega se podía leer de manera independiente, se recomienda a los lectores no
hacerlo. Los capítulos están plagados de referencias y apariciones estelares de
personajes del libro anterior que, si bien no son fundamentales para la
historia, sí suponen un trasfondo complementario que ayudan a entender la
importancia de ciertos personajes como el párroco de Ulloa, Don Julián. La
lectura de la precuela también permite observar el desarrollo de personajes
como Sabel o el marqués de Ulloa. En cualquier caso, una buena edición
comentada pondrá sobre aviso a los nuevos lectores de los múltiples detalles
que Doña Emilia incluye en su escrito.
Publicadas en 1886 y 1887 respectivamente, esta bilogía funciona como
una de las mejores muestras del naturalismo
español. Interesado en el análisis de la sociedad y el tratamiento de la
literatura como una ciencia experimental, este movimiento en su rama europea
establecía un determinismo genético y ambiental sobre sus personajes,
condicionados por aquello que les rodeaba. Doña Emilia, introductora del
movimiento, experimentó un choque entre este determinismo y el libre albedrío
de su fe católica, por lo que las obras de la rama española aceptaron que el
entorno afectase a los personajes, pero no que decidiese su destino. Lo cual se
tradujo en la interrogante de si los protagonistas repetirían los errores de
sus padres. Sumado a lo anterior, las protagonistas de este movimiento solían
tener un conflicto con la sociedad, ante la cual se revelaban, con resultados
variopintos dentro de las directrices del movimiento literario.
A pesar del gusto del naturalismo por las descripciones extensas, la
terminología y la representación de lo sórdido, el estilo de La Madre Naturaleza es fluido, haciendo de ella
una lectura ligera, rápida y agradable. Además de eso, la autora incorpora
numerosos galleguismos que contribuyen a la ambientación y que, junto a la localización
campesina y campestre, dotan al contexto de la historia de un carácter
encantador.
La escritora juega también con la tensión dramática, cambiando el punto
de vista entre Gabriel y los jóvenes cuando una de las tramas llega a un punto
particularmente interesante. Así, aumenta la intriga y ofrece a los lectores
diferentes opiniones sobre lo que está ocurriendo.
La relación entre Perucho y
Manuela es, desde luego, refrescante. Con el crecimiento de la burguesía,
la ciudad es la localización de muchas de las historias de este siglo, pero el
ver a dos jóvenes montañeses corriendo aventuras por el campo, comiendo frutas
silvestres y estrechando lazos en un entorno tan distinto, hace de esta novela
algo significativamente diferente. Sus pasados se encuentran algo más
entrelazados de lo que el lector novel pueda imaginar en un principio. Sin
embargo, para los lectores de la precuela, aquello que se anunciaba en el
epílogo de la anterior novela se hará realidad y deberán reflexionar sobre cómo
se sienten acerca del desarrollo de los acontecimientos.
El desenlace de la historia
llega rápido, dando la sensación al lector de que apenas ha pasado tiempo desde
el comienzo de la misma. Si bien está dentro de lo que se podría esperar de una
novela del siglo XIX, destaca el hecho de que es la propia Manuela quien decide
su suerte. Era algo generalizado en la época que la sociedad u otros personajes
masculinos decidiesen el final de las protagonistas femeninas que se rebelaban,
pero aquí, lejos de ocurrir así, la joven elige entre las opciones que se le
ofrecen siguiendo sus propios principios. No escucha a su tío Gabriel o a Don
Julián, sino a su propio corazón.
En conclusión, si bien los clásicos no suelen gozar de mucha simpatía
fuera de determinados círculos, la maestría y el estilo de esta novela bien
merecen darle una oportunidad.
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