domingo, 30 de junio de 2019

Una última cosecha: regresando a Panem diez años después.

Los Juegos del Hambre es una trilogía publicada por la autora estadounidense Suzanne Collins entre los años 2008 y 2010 y posteriormente adaptada a la gran pantalla por Lionsgate con Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson y Liam Hemsworth como reparto del trío principal.
La pregunta que probablemente se haga uno al ver esta entrada es por qué he elegido este momento para publicar esto si ya han pasado años desde el final de la saga. Bueno, no hace mucho la autora anunció en su página web que estaba escribiendo una precuela a la trilogía que saldría en 2020. En un reciente artículo de Sensacine descubrimos que esta nueva entrega estaría ambientada en los años posteriores a los Días Oscuros, como es llamada la primera rebelión. Concretamente en el año de los décimos juegos, comenzando la historia en la mañana de la cosecha. Si bien no es mucho, ya conocemos a dos personajes que estaban vivos por aquel momento: Mags, vencedora del Distrito 4 y ganadora de los undécimos juegos, y el Presidente Snow. ¿Obtendremos una nueva perspectiva de ellos?


Hay distintas maneras de apagar un fuego. En mi caso, desde el anuncio he estado que me subía por las paredes del hype. Comencé viendo escenas sueltas de las películas en Youtube y escuchando la banda sonora. Después me releí el primero de los libros. Y, finalmente, después de mucho pensarlo, abro este blog y escribo esta entrada para compartir por qué esta trilogía marcó mis años de Bachillerato y de universidad.
A lo largo de estos libros se encuentran una serie de temas con los que me sentí personalmente identificado durante su lectura: supervivencia, sociedad, sociabilidad y amor.
El primero es un motivo recurrente: Katniss tiene que sobrevivir al hambre en su distrito, después a los juegos, a su vida como vencedora, una segunda ronda con los juegos y además las secuelas que la rebelión y la guerra dejan en ella.
La sociedad, o la crítica de ella más bien, es otro de los puntos fuertes de la obra. La desigualdad, no sólo entre con El Capitolio sino entre los mismo distritos, es bastante transparente. En suma a ellos encontramos dos polos: los de aquellos que deben trabajar y vivir a duras penas y aquellos que entre el lujo y la riqueza han perdido todo índice moral, toda reflexión de qué valor tiene la vida.
La sociabilidad es otro de los problemas a los que se enfrenta la protagonista. Acostumbrada a tener una perspectiva pragmática que le permita poner comida en la mesa, la heroína no tiene tiempo o da valor a cosas como la amistad. Esto se vuelve un problema en los Juegos, donde es imprescindible agradar al público para sobrevivir. Aquí es donde entra en juego Peeta, que con su carisma y personalidad amistosa representa esa otra cara de la moneda que ella nunca pudo explorar debido a la situación económica de su familia. Vemos así una presión por ser de una manera que complazca al mundo que te rodea.
Por último, el amor es otro de los temas de la trilogía, opacando muchas veces el tono político de la misma. Durante toda la historia los sentimientos de Katniss se ven divididos entre su mejor amigo de toda la vida, Gale, y la única persona que puede comprender su experiencia en los juegos, Peeta. Si bien estos personajes funcionan como partes representativas de Katniss respecto a la rebelión y la guerra (Gale=lucha; Peeta=paz), ¿quién puede resistirse al drama de un primer amor juvenil? #TeamPeeta btw.
Habiendo expuesto todo esto... 


¿Qué significan LJDH para mí?


Bien, lo cierto es que me he criado en un ambiente algo conservador, siendo yo de todo menos eso. De esta manera, siempre he sido el “diferente” que ha luchado por sobrevivir en un mundo que no comprendía y que no apreciaba a aquellos que se salían del molde o llevaban la contraria. He sido muchas veces la voz que ha realizado la crítica de ciertos aspectos de la sociedad y ha tratado de educarse en ciertos aspectos que nunca hubiesen llegado a mis manos de no haberlos investigado yo mismo (LGTB+, feminismo, interculturalidad, etc.).
Esto mismo provocó que en mis años tempranos tuviese problemas para ser sociable y encontrar amigos, puesto que luchaba entre pasar por el aro normativo que se me imponía o exponer todas mis inquietudes. Siempre callaba ante la machistada de turno o el comentario hómofobo pero bien intencionado de alguien que me rodeaba. Por no hablar del mítico “Yo no soy racista, pero…”. Afortunadamente, la vida da muchas experiencias y a mí me ha permitido conocer a gente que comprendía mi forma de pensar.
Respecto al amor… bueno cuando uno apenas puede hacer amistades es algo difícil encontrar a Cupido, ¿no?
Sólo queda una pregunta sin responder tras este texto: ¿Quién eres? ¿Por qué publicas esto como primera entrada y no te presentas? Cierto es que podría dedicar una primera y penosa entrada a intentar decir cómo soy, pero una de las cosas que he aceptado en esta vida es que pocas veces sabemos quiénes somos. Por ello, he preferido compartir algo más personal y que, a través de esta y próximas entradas, se vaya descubriendo quién es el autor de este blog.
De esta manera, ¡me despido hasta la próxima!



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