¡El
año se acaba! ¡Manos en alto que ha llegado la hora de hacer el recuento de
libros! Desde hace unos años vengo haciendo el Goodreads challenge y este año no podía ser diferente. Para aquellos
que no lo conozcan, consiste en proponerse a principio de año una cantidad de
libros para leer, de forma que cada uno que registres en la página como leído
se irá sumando y te irá indicando el porcentaje y el ritmo de lectura que debes
mantener.
Este
año la meta fueron treinta libros y, cómo no, he decidido hacer un top de mis
lecturas de año. Como voy alternando los libros actuales con clásicos de
literatura española, decidí hacer dos clasificaciones separadas para equilibrar
más la cosa.
Al estar preparando unas oposiciones me he obligado a salir de mi zona de confort y adentrarme de lleno en poesía (género que nunca me había llamado demasiado) y obras largas que consumen mucho tiempo. El resultado ha sido conocer un montón de literatura con mayúsculas que muchas veces es olvidada por el uso de un castellano diferente y más difícil y un contexto algo ya alejado del nuestro.
Al estar preparando unas oposiciones me he obligado a salir de mi zona de confort y adentrarme de lleno en poesía (género que nunca me había llamado demasiado) y obras largas que consumen mucho tiempo. El resultado ha sido conocer un montón de literatura con mayúsculas que muchas veces es olvidada por el uso de un castellano diferente y más difícil y un contexto algo ya alejado del nuestro.
Así, en quinto lugar, se planta Miguel Hernández con El rayo que no cesa. La sobriedad de
estos poemas frente a sus contemporáneos permite disfrutar de un verdadero
lirismo y belleza estilística que consiguen colarse en tu interior incluso si
no eres muy dado al verso. Lo recomiendo a cualquiera que quiera sumergirse en
el mundo de la poesía, lo disfrutará seguro.
La cuarta posición se la lleva un libro que un día encontré en mi casa,
de un tal Ramón J. Sender (todavía sin saber quién era) y que trata sobre los
períodos inmediatamente anterior y posterior al franquismo en el campo, Réquiem por un campesino español.
MARAVILLOSO. Más parecido a un relato que a una novela, la evolución de los
personajes, el simbolismo, los mensajes entre líneas (que se pueden entender
perfectamente) y la tensión que se construye con cada página hacen de esta una
lectura ligera, ilustrativa y memorable. Meses después sigo maravillado, la
verdad.
Tercera posición, bronce, para otro libro de poesía. Esto me lo dicen
hace un año y no lo hubiese creído. Pero sí, Las nubes. Desolación de la quimera de Luis Cernuda me llegaron a
lo más profundo. La delicadeza y el intimismo con que el poeta trata el amor
prohibido, el deseo, la belleza y el paso del tiempo, la nostalgia y el
desprecio hacia una patria que le ha herido y ya no es la suya son abrumadores.
Lejos de incluir el surrealismo que complica otras de sus obras, estos poemas
del autor sevillano resultan una perfecta llave para realizar una introspección
personal y conectar con la poesía. Me recordó mucho a Jaime Gil de Biedma, otro
poeta posterior aunque en la misma línea y con igual grandeza.
El segundo puesto se lo lleva una de las mejores escritoras de la
literatura española, Doña Emilia Pardo Bazán (sí, con mayúscula porque es una grande). Su libro La Madre Naturaleza es simplemente una obra de arte. Larga pero
ligera, de descripciones fluidas y pictóricas y con personajes llamativos y
completos, esta novela funciona como una secuela a Los pazos de Ulloa. Si bien la autora insistió en que podría ser
leída de manera independiente, recomiendo no hacerlo por la cantidad de
referencias que se perderían y que dan muchísima más profundidad y tono
dramático a la historia. Sobre las problemáticas relaciones entre dos medio
hermanos, abandonados por su padre que prefiere dedicarse a supervisar la
hacienda, la trama plantea un conflicto entre la moral, la sociedad y los
sentimientos. La magia de este libro no está en un argumento muy complicado,
sino en cómo está escrito. El paisaje gallego cobra vida en estas páginas que
muy cerca estuvieron de llevarse el primer puesto.
Finalmente, la medalla de oro se la lleva Fortunata y Jacinta de Galdós. Obra maestra, larga y densa donde
las haya. Aviso: a esta aventura hay que ir con ganas porque tiene fragmentos y
capítulos difíciles de tragar y mil páginas son muchas. Sin embargo, superado
eso, el castellano ligeramente diferente al de hoy y la cantidad de personajes,
es una maravilla. Literalmente sientes que te sumerges en el Madrid de siglo
XIX, paseando por sus calles, conociendo a sus familias y viviendo el drama de
Fortunata y Jacinta. Porque los personajes son completos, complejos y grises, y
el final no te deja indiferente te caigan mejor unos u otros. Sin duda una de
las mejores historias que me he leído porque olvidas que es un libro: te da la
sensación de estar leyendo la vida. Qué maravilla poder leerse este libro por
primera vez sin saber qué va a pasar. Dejo a mano la reseña de hice del mismo en esta otra entrada.
La Mención de Honor se la lleva mi querido Unamuno, pero no por Niebla. No, por Abel Sánchez, otra de sus novelas que trata el tema de la envidia y
del caínismo y que nadie me convencerá de que no es una historia de amor entre
los dos protagonistas. La historia se presenta a una doble lectura con
conversaciones enteras con mucho subtexto. Fuese la intención original o no, es
con la interpretación que yo decido quedarme.
En
conclusión, este año ha estado lleno de lecturas maravillosas, diversas y
novedosas. El salto a la poesía me ha dado muy buenos libros y momentos. De cara al año que viene ya estoy leyendo Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. También tengo pendiente El Jarama de Sánchez Ferlosio y otras tantas lecturas también muy interesantes en mi pila como Delibes, Lorca, Larra, Cervantes, etc. Por último me gustaría seguir con mi incursión en la poesía y explorar nuevos autores y autoras. ¡Felices fiestas y espero que el 2020 os dé muy buenas lecturas!