domingo, 13 de octubre de 2019

Fortunata y Jacinta [Reseña]




Ficha técnica:
Título: Fortunata y Jacinta
Autor: Benito Pérez Galdós.
Editorial: Planeta.
Género: Clásico; Romance.


Fortunata y Jacinta es una historia difícil de sintetizar. Especialmente sin descubrir ninguna de sus maravillosas intrigas. Ambientada en el Madrid del siglo XIX, Galdós pinta una excelente pintura viviente de la sociedad madrileña del momento al tiempo que narra las peripecias que se dan durante años entre Fortunata, Jacinta y Juanito Santa Cruz. Dos mujeres de diferentes clases sociales atrapadas por los encantos de un hombre que juega y no merece a ninguna de las dos. La pregunta que plantea la historia es: ¿Cuál de las dos conseguirá conquistarlo definitivamente? 
Publicada en 1887, la obra maestra de Galdós se encuadraría en el movimiento literario conocido como Realismo, cuyo objetivo era un análisis descriptivo de la sociedad y, sobre todo, de la emergente clase burguesa. Las obras realistas solían contar con una protagonista que, cansada de las normas de la sociedad, trataba de rebelarse contra el sistema establecido, normalmente fracasando. ¿Era siempre así? Habría que visitar cada obra para asegurarlo. 
Esto resulta en largas secuencias descriptivas en la obra que, si bien dan una visión increíblemente amplia del universo literario del autor, pueden llegar a resultar aburridas. Este mismo universo literario se ve complementado mediante la inclusión de personajes de otras de sus novelas, que hacen apariciones más o menos significativas y dan cierta fluidez a la historia. El contexto se completa con múltiples referencias a la política de su tiempo y las reacciones de los personajes a la misma, permitiendo al lector sumergirse en la vida de finales del siglo XIX. 
Fortunata y Jacinta, si bien enfrentadas por las circunstancias de sus vidas, resultan ser dos caras de la misma moneda. Juzgadas (una más que otra) por no cumplir los papeles que eran esperados de ellas en la sociedad de su tiempo, son enfrentadas por los juegos amorosos de Juanito de Santa Cruz. Sin embargo, es mucho lo que tienen en común: el deseo de la maternidad, de ser ellas mismas frente a las habladurías del resto, de ser queridas. A través de los diferentes eventos que pasan en la novela aprenderán a quererse a sí mismas y tendrán finales relativamente felices. ¿Significa esto que triunfan en su rebelión a la sociedad? Eso ya debe decidirlo cada lector. Personalmente, he de decir que me complacieron sus desenlaces y vi algunos matices muy progresistas para la época en la que está escrita la novela. Sí que eché en falta algo más de protagonismo por parte de Jacinta, puesto que el 75% de la novela es sobre Fortunata.
Esta última tiene múltiples tutores a lo largo de la obra que la ayudan a navegar en las difíciles aguas de la sociedad: las Micaelas, Maxi, Doña Lupe, Feijoo… Desde las enseñanzas espirituales y científicas de los dos primeros, a la importancia de guardar las apariencias de Doña Lupe y la filosofía pragmática de su amigo Feijoo, la joven trata de aprender cómo encaja en ese mundo que la ve como una perdida e inferior a su némesis, Jacinta. La evolución del personaje a través de todas estas fases, sus pensamientos, resulta un viaje increíble. Especialmente por la empatía vedada de Doña Lupe y la amistad paterno-filial que establece con su último tutor y cuyo desenlace resulta descorazonador.
Por último, mencionar la maravillosa técnica con la que Galdós escribe algunos de sus personajes: complejos, difíciles y, sobre todo, humanos. Abarca desde la santidad de una dama de clase alta como Guillermina a la lealtad de Estupiñá, que quiere ser fiel a sus amos pero no puede evitar sentir lástima por Fortunata.
No obstante, mención especial merece la familia Rubín. Odiosa a la vez que cautivadora, Doña Lupe actúa como matriarca que guía a la familia y, en cierto punto, a Fortunata. Su moral es gris y aunque quiere regirse por las normas de la sociedad, es claro que en más de una ocasión siente simpatía por la joven, su incomprensión del mundo en el que vive y su espíritu de rebelión. Cuando llega el momento en que puede apoyarla y realizar así su propia rebelión, decide no cruzar esa puerta, seguir atrapada en las redes del orden social.
Maxi es otra de las grandes figuras de la historia. Compadeciéndose de una pobre e indefensa Fortunata, la acoge sin llegar a saber todo lo que tendrá que sufrir después. Si bien el pequeño de los Rubín inspira desde ternura a lástima, su evolución es una de las más completas, con un final que llega a coronarle como uno de los personajes más fríos, malvados y calculadores de la novela. Un regusto agridulce que no se ve venir en un principio.
En conclusión, la obra maestra de Galdós no recibe este título a la ligera, es una compleja pieza de arte que merece la pena leer a pesar de su longitud y los momentos que puedan parecer menos atrayentes. Se embarca así el lector en un viaje por el Madrid del siglo XIX y una historia que no dejará indiferente a nadie.